domingo, 26 de diciembre de 2010

También la lluvia




Hace semanas comenté mi indiganción contra la Academia por haber elegido una película para los Oscar sin que tan siquiera hubiera sido estrenada, pero, una vez más, el destino me ha dado una patada al trasero. Tuve la suerte de poder ver el preestreno de "También la Lluvia", que ha resultado ser una excelente crítica de la sociedad del otro lado del charco (y porque no, del llamado Primer Mundo), una historia que viene que ni pintada en los tiempos en los que estamos, ya que mientras nosotros nos preocupamos del traje de nochevieja (¡y eso que estamos en crisis!), otros pueden estar dejándose el pellejo por nada más y nada menos, que el agua, un elemento al que todos tenemos por ley, derecho:

En este nuevo film de Iziar Bollaín, nos introducimos como estrellas invitadas dentro de un set de rodaje, gracias a lo cual tanto el espectador medio como el cinéfilo conocerán un poco mejor el procedimiento de un rodaje, y que la labor del productor no consiste tan sólo en "poner el dinero".
Llega esta película en tiempos oscuros para todo el mundo, si, en tiempos de crisis, pero que nos sirve para que sepamos que si nosotros estamos mal, hay otros sitios en los que están peor, asi que en definitiva es una declaración de humildad, que se equipara soberviamente con la filmación del rodaje de la Conquista de Colón, como vemos la historia se repite: si antes los fuertes ganaban a los débiles, ahora los ricos se mofan de los pobres, es decir, la interminable historia de David y Goliat pero con final triste.
Así como Bardem destaca de forma humillante para el resto en Biutiful, los que esperaban lo mismo de Luis Tosar en esta película, se darán cuenta de que su personaje no le hace sombra a Malamadre, pero es que También la Lluvia es una película coral, en la que los personajes, ampliamente desarrollados (en su mayoría), adquieren más o menos la misma importancia.
Si es cierto que Luis Tosar y Gael García Bernal sufren una transformación quijotesca a lo largo del metraje, que es una de las cosas más importantes de la cinta. Y digo que es coral, porque en sí lo es, pero como en todo tablero de ajedrez, siempre existe un rey que se impone a otro, y si el rey blanco es Luis Tosar , el rey negro, representado por Juan Carlos Aduviri, e imitando el papel del revolucionario Boliviano, se zampa al rey blanco, peones, alfiles y caballos de por medio, ya que hacía tiempo que un servidor no veía un papel con tanta carga emocinal, asi como de la propia trama de la película encima; sin duda habrá que seguirle la pista.
Toda esta maraña de multinacionales, rodajes y revueltas populares son perfectamente captadas por las directrices de la directora, que, con un más que aceptable trabajo técnico en la sala de montaje, nos hace sentirnos dentro de la película a la vez de disfrutar de un sobervio Making Off.
Parte del gran acabado final es debido a la Música de Alberto Iglesias, conocido ya en la península, y que, gracias a sus trabajos en las películas del Che, nos deja en esta ocasión unas partituras llenas de emociones y contradiciones, acordes que discuten a la vez que los personajes se dan cuenta de que más que a un rodaje, se han metido en medio de una guerra.

No nos encontramos ante una mera película, sino ante una protesta, un manifiesto, que ha sido llevado a término a la (casi) perfección gracias al guión de
Paul Laverty, con experiencia en guiones basados en conflictos (vease "El viento que agita la cebada").
Concluiré diciendo que esta es una excelente apuesta española porque tanto nosotros, como el resto del Mundo, nos dejemos de mirar al ombligo y quejarnos de que esta navidad no podemos comer Langostinos de tres kilos y darnos cuenta de que miremos a donde miremos, siempre tenemos a alguien que lo pase peor. Es un objetivo difícil de conseguir, pero al menos la gente se removerá en el asiento.


El agua es símbolo de vida, y la vida, al igual que el agua, no está en venta

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