jueves, 17 de enero de 2013

BELLIDO DOLFOS, HIJO DE DOLFOS BELLIDO




Hace medio año escaso que tuve la suerte de entrevistarme con Antonio Gala para su prestigiosa beca, en la cual al final no fui seleccionado (eran 16 plazas para más de 2000 aspirantes). Mi trabajo iba a consistir en adaptar el romancero de Zamora a una novela histórica de unas 300 páginas. Supongo que no fui finalmente elegido por la complejidad de la empresa y a que yo no supe manejar muy bien la entrevista en esos aspectos, pero es una idea que algún día retomaré.

Lo que me gustaría saber es si para adaptar novelas y algunos capítulos de nuestra historia los guionistas se informan debidamente para crear sus guiones, aunque tal vez los que no permitan esto en algunos casos sean los productores, que prefieren la espectacularidad en detrimento de la veracidad. Pongo esto de manifiesto porque recientemente vi la versión Hollywoodiense del Cid, y cuando llegó el tramo que pertenecía a Zamora, el regicidio y demás, casi se me cayó el alma a los pies, y no sé porqué, ya que el cerco de Zamora tiene la suficiente fuerza cinematográfica como para ser tomado al pie de la letra, aunque si bien es cierto no hay demasiadas fuentes históricas. Pero esto no sólo ocurre con el Cid, el William Wallace de Mel Gibson tiene muchas incongruencias, por no hablar del Gladiator de Ridley Scott. 

En el apartado de novela es más fácil poner ejemplos, ya que hay más volumen de población que conoce la materia básica en la que se apoya el texto cinematográfico. Casos sonados como el de Eragon jugaron a la contra del libro, puesto que la pésima película hizo que las ventas descendieran, pero más numerosos son los casos contrarios, ya que las películas de Harry Potter, Crepúsculo o El Código da Vinci hicieron que se catapultaran al éxito. En un puesto intermedio tendríamos obras como “Juego de Tronos” o “El Perfume” que son buenos textos que sólo necesitaban un pequeño empujón para ser conocidos por la masa.

En defensa del oficio del guionista diré que la imagen es muy diferente al papel, y, aunque ambas entran por los ojos y se comprenden en nuestro cerebro, es todo muy distinto. En el cine prima lo visual, lo épico, lo emocionante, jugar en definitiva con el espectador, aparte de tener un ritmo muy diferente. Por lo que, siento decirlo, si una novela tiene 30 páginas en las que no ocurre nada, o más bien poco, iros olvidando de que esto aparezca en pantalla.

1 comentario:

  1. Es complicado el asunto, pero a veces, es verdad que claman al cielo ciertas cosas que tenemos que ver.

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