domingo, 6 de noviembre de 2011

Oye, ¿Tienes un eurito?

Quizá os sintáis identificados con lo que vais a leer, quizás no;  pero este no relato no es más que una conversación un tanto utópica a la que os podréis haber enfrentado en vuestra vida y que probablemente viváis más veces. Espero que os guste.







Roberto iba tranquilo por la calle, acompañado por su novia, Carla, era invierno y el viento era tan fuerte que impedía mirar al frente, a ese paso no sabían si llegarían al cine. Debido a ello no se percataron de que una extraña pareja se acercaba.
En pocos segundos ambas parejas se chocaron.

-Hola chicos, tenéis un cigarro -preguntó un hombre con no muy buenas pintas, su acompañante tampoco era mucho mejor.
-Pues no, no fumamos ninguno de los dos -respondió Roberto intentado disimular su impresión a la vez que seguía su recorrido.
-Oye chico, y un eurito no tendrás ¿no?
-¿Para qué? -preguntó de nuevo el chico.
-Pues para comer, para que va a ser.
-A lo mejor si pidieras las cosas con mejor educación, te daríamos algo -añadió Carla en defensa de su novio. Se fijó en los ojos del hombre, marrones, con el globo ocular oscurecido; el pelo hacía semanas que no veía el agua.
-Ayudadnos por favor, que estoy de cinco meses -imploró la mujer, la cual si estaba embarazada de cinco meses debería ser de un canario.
-Por favor, dejadnos ir, llegamos tarde al cine -en cuanto terminó la frase Roberto se dio cuenta de su error.
-Por lo que veo no tienes dinero para darme, pero si para ir al cine, joder con los ricos -dijo el hombre-. Mira, dame algo e iros -dijo extendiendo el brazo, el cual tenía lleno de extrañas marcas.
-Si supiera que te lo vas a gastar en comida te lo daría, pero lo dudo.
-¿Que pasa, que por ir sucio ya tengo que ser una mala persona?
-No señor, mi novio no ha querido decirle eso, tan sólo que vamos con el dinero justo y no podemos darle nada.
-Tranquilo, que cuando sea rico le daré todo lo que quiera.
-Y encima me putea el niñato este. Pues como tenga que esperar a que tu seas rico...
-Pues no esperes. Deja de ir por la calle pidiendo dinero y busca un trabajo, y tu mujer o lo que sea también. Si yo ahora voy al cine no es gracias a que mis padres han pedido dinero en la calle. Y ahora si no os importa dejadnos pasar.
-Déjalos ya Luis, si tienen razón al fin y al cabo.
-Tú eres imbécil, a ver como vas a pagar el pico de hoy, con buenas palabras no se hace nada -y agarró por el brazo a Roberto.
Roberto sabía que podía tumbar de una patada a ese pobre desgraciado, pero... ¿como iba a hacer eso?
-No me hagas llamar a la policía. Y piensa en lo que te he dicho, ninguno estamos condenados a ser unos fracasados ni a ser millonarios. No sé porqué llevarás la vida que llevas, pero puede mejorar, eso fijo, y si necesitas ayuda, acéptala, que hay muchos sitios donde la dan -y con esas palabras, tanto Roberto como Carla pudieron acudir al cine.

Al día siguiente, Roberto iba de camino a por el bus, ataviado con un abrigo y una bufanda que apenas dejaba un cuarto de su cara a la vista. Iba enviando un mensaje cuando de repente oyó:

-Oye chaval, ¿tienes un eurito?






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