viernes, 17 de septiembre de 2010

Las lágrimas y la amistad son dos buenas amigas

Pocas horas me separan de un lugar en el que he compartido pocos metros cuadrados con casi 20 corazones latiendo al unísono. Villarino de los Aires iba a ser un lugar al que todos íbamos a aprender, a formarnos, pero al final se ha acabado convirtiendo en la creadora de una gran familia, con primos, hermanos, y hasta un padre: Santi.
Todo comenzó con miradas bajas y conversaciones de pocas palabras, pero como todos, al fin y al cabo, eramos unos faranduleros (hasta Alma), nos soltamos la melena pronto (un servidor también).
Se podría decir que el detonante, el Big Bang de este curso fueron las primeras actuaciones, en donde se engendraron tres de los personajes que dieron bastante juego durante los días restantes: El Rastrillo, El Cuchara y Albal. Aunque suene raro todo surgió de un sketch con drogadictos, y, aunque no se debería hacer mofa de esto, gracias a ello, conocí a dos grandes personas (y espero que en un futuro próximo, buenos amigos) Pepo (rastrillo) y Juan (cuchara).
Todo era perfecto, y en la habitación número 5, subtitulada la "6 en camping" convivimos nocturnamente (unos más que otros) Luis, Álvaro, Pepo, Sergy, Jesús y yo.
A estos caballeros andantes quedarían de sumar a las vecinas de enfrente, llamadas Carolina, Alma y Laura. C, nuestros otros vecinos varones Juan y Gallego, y, al fondo del pasillo Fátima, Noelia y Laura por un lado y Marina, Raquel y Ana por otro.
He de decir que si hemos discutido, ello habrá supuesto un 5% del total de estos 13 días, algo insignificante.
Conforme iban pasando los días la amistad iba surgiendo y todos nos empezabamos a conocer, surgiendo de esta forma la confianza, un punto muy importante a alcanzar en un campamento XD.
En torno al 6-7 día se podría decir que los lugares de pernotación fueron cambiando, ya fuera por interés amoroso o amistoso ;), cosa que no ha echo sino que nos compenetráramos mejor, porque también se perdía la vergüenza, punto importante también a alcanzar.
El siguiente día de actuaciones fue también memorable, casi mejor incluso. Hubo actuaciones fantásticas tanto por parte del jurado como de los participantes, donde hizo más ahínco la palabra farándula y la canción de "me llaman mala persona" se convirtió en otro buque insignia, compitiendo codo con codo con el pan pal americano, que no se como no le hemos cogido manía XD.
Otro dato importante, que a lo mejor contribuyó al aumento de la locura, fue las pocas horas de sueño ejercidas (con una asombrosa media de 5 horas diarias), que también produjo momentos divertidos, pues las caras de Juan en algunas clases eran de retrato jaja.
Puede que este curso sea en el que todos hayamos sido polifacéticos, pues tan pronto hemos sido indios con sus respectivos nombres (almeja brava, mamut mamao, nutria asesina...) como zombies y personajes de la misma calaña. Tan pronto nos hemos tirado por el suelo, como hemos escalado por paredes, o sumergirnos en el agua para hacernos fotos. Hemos tocado tierra, mar y aire por así decirlo.
Seguro que ninguno de nosotros se imaginaba que podríamos aprender tanto a la vez que nos divertíamos y nos conocíamos a fondo casi sin querer.
Pero todas las cosas buenas se acaban, y ésta se acabó antes de lo que pensábamos (aunque el bus debería haber salido a la 1). Y como bien dijo mi amigo Gandalf: "No os diré no lloréis, pues no todas las lágrimas son amargas".
El mamón de Santi preparó, en nuestra última noche, una dinámica lacrimógena (ayudado de las mejores canciones para ello), en la que no sé sí pensar que nos quería apaciguar para que no diéramos guerra por la noche o para que de verdad afloraran los sentimientos que debían hacerlo, y así fue. Uno a uno, todos fuimos descargando un mar de lágrimas que fue inundando la sala, sobre todo el pobre Jesús, que casi se deshidrata. Los abrazos fuertes, desgarradores estaban por aquí y por allá, porque aunque sabíamos que aquello no era un punto y final, si sabíamos que la cosa no tenía freno, las bodegas se estaban inundando y el Titanic se hundía irremediablemente.
Pero bueno, aquí estamos, cada uno ya en su casa, recordando a cada hora lo que se podría estar haciendo paralelamente en el pueblo salmantino, aunque ciertamente, lo que allí acaesciera era totalmente impredecible, gracias a Dios.
Alguien escribió que lo que pasara en Villarino se tenía que quedar en Villarino, pero era algo inadmisible que todo lo vivido allí, todos los sentimientos compartidos, entrelazados, se quedaran allí encerrados.

Por eso hoy y en los días venideros, cuando pensemos en nuestro futuro de monitores nuestro corazón no hará pum pum, sino...PAN PAL AMERICANO!

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