domingo, 22 de agosto de 2010

la música

No soy el más indicado para hablar de música, no soy buen judgador de ella, no escucho la música clave de mi tiempo, pero si se diferenciar la música mala de la buena, aunque muchas veces escucho las peores canciones que se puedan poner al servicio de mis tímpanos, pero, como en el cine, que una canción guste no quiere decir que sea buena:

Estaba ayer en la discoteca con mis amigos, disfrutando de una buena noche. Bueno, antes de nada decir que en una discoteca es bastante dificil escuchar buena música, al no ser que sea halloween y por suerte escuches Thriller de Michael Jackson. Pero a lo que iba; es una escena cotidiana el estar en la disco junto con un par de centenares de muchachos más (cada vez más pequeños, dato importante) moviendo la cabeza y brazos frenéticamente, escuchando, cada vez más, sonidos electrónicos y letras que hablan de putas, de negros (sin racismo) y de follar. No creo que sea una degradación de la cultura ni mucho más, pero esas decenas de canciones que escucho al día son pasajeras, como mucho sobreviven unos tres meses, y, si son de alguien "importante" como Beyoncé, dura más porque se le oye en los 40 principales.
Normalmente las letras que menos gente se sabe (de estas edades nuestras sobre todo) son las mejores o las más legendarias. Canciones como I want to break free, Let It Be, living on a prayer, final countdown, future world, the trooper, todas ellas de grupos y cantantes como Bon Jovi, Hellowen, Queen... (algunas no las he oído pero he sido bien asesorado por mi amigo rockero, de los de verdad, Eduardo, solista de Himalia) son canciones que llevan ya a sus espaldas decenas de años, y las que he oído son de las de verdad, de las que transmiten sentimientos, de las que te pueden inspirar al escribir. Pero no sólo hay canciones míticas rockeras, también esta ABBA, Police, Madonna, y un largo etc; largo etc que ahora no se molesta en mirar la juventud ni de reojo, pero que bien llevan, hipócritamente, la ropa de Pull And Bear de los Rolling, de the Kiss, (cosa que pasa igual con James Dean y Audrey Hepburn) y después les preguntan que que es lo que llevan puesto y te dicen: No sé, la compré porque era bonita. Si señores, dan ganas de pegarles.
Asique de repente, en plena verbena (por cambiar de escenario) te saltan con Molinos de viento, una canción que se sale, un poco, de la típica fiesta pagana (que ya podrían tocar otras, que mago de oz da para más) y nadie se sabe la canción, pero berrean y se empujan como si fueran de esos fans fanáticos descerebrados, y, en realidad, piensas si el ser humano ha avanzado algo en algunos sectores.

Puede que la música no sea ningún indicador de coeficiente intelectual, pero se puede saber perfectamente con la gente que tratas por su bibliteca musical del ordenador.

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