lunes, 4 de febrero de 2013

Amour







Lo afirmo con resentimiento: es lo primero que veo de Haneke, pero supongo que al vivir en Zamora y que algunas de sus producciones no han llegado, además de mi poca costumbre, por no decir nula, de ver cine pirata, me habían impedido ver algo de este director alemán en la gran pantalla, y que mejor forma de empezar una relación que con “Amour”.
            Godard y sus contemporáneos afirmaban con criterio que los hermanos Lumiérè, ya en los inicios del cine, sabían sacar el momento extraordinario dentro de acontecimientos ordinarios, sabiendo exactamente cuándo empezar a rodar y cortar una escena, controlaban cada fotograma de su bobina al dedillo.
            Pues bien, en Amour, Haneke lleva esto a su máxima expresión, la gente nace y muere, pero él lo ha sabido contar de una manera tan realista, con unos diálogos tan naturales, que a veces resulta hasta sobrecogedor, eliminando la pantalla del cine y hacernos sentir el pesar de los protagonistas.
            No contentos con ponernos en la piel de la tristeza, el director coloca la cámara en unos encuadres en los que nos resulta más fácil entrar en la historia, a veces incluso con la acción en otra parte, acompañando a actores secundarios, en esas situaciones que no sabes dónde meterte, intentando que nos sintamos intrusos y a la vez partícipes de todo lo que está aconteciendo, porque todos sabemos de una forma u otra que aquello es muy real y a todos nos puede ocurrir.
            Cabe destacar también la ausencia de música alguna en la película, tan sólo unos acordes de piano que están incluidos en la propia película, el alemán quería una historia verdadera y como todos bien sabemos, la vida no lleva incorporada banda sonora.
            La actuación de Juan-Louis Trintignant es muy buena, pero queda totalmente eclipsado por Emmanuelle Riva, que deja muy por detrás al François Cluzet de “Intocable” e, incluso, al Sean Penn de “Yo me llamo Sam”.
            Y es que “Amour” nos habla efectivamente de eso, de cómo sacrificar los últimos momentos de tu vida en intentar hacer feliz los últimos momentos de otra, de una vida que ya se va por la ventana, como el ánimo, que va y viene como una paloma, que escurridiza, no sabe muy bien si quiere quedar o irse definitivamente.

2 comentarios:

  1. Por cierto Manu, creo que Haneke es un tipo que siempre ha buscado el realismo (el trabajo de cámara parece directamente una invitación a los actores a llevar el peso de la película). Cómo te parece que resuelve los momentos oníricos (el sueño de Trintignant) y los momentos más líricos (la escena de la paloma)?

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    1. Esta es una película de las que no acaban con el fundido a negro, es de las películas que te gustan si te gusta el cine, porque permite que pienses en ella durante días (como Holy Motors). El sueño no lo recuerdo mucho, pero el juego con la paloma me parece sublime, al menos yo lo entiendo como una representación de la vida, que primero intenta retener, pero que finalmente escapa por la ventana. Pero supongo que en este punto cada uno te dirá una cosa.

      Saludos pingüino.

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