¿Límites? ¿Quién
dijo límites?
Límites significa
restricciones y, tanto la realidad como la imaginación, no conocen dicho
vocablo. La realidad, porque cada día se hacen palpables teorías, objetos etc.
que antes eran impensables y, la imaginación, porque nunca ha tenido mayor
restricción que la del propio ser humano, es, por tanto, inabarcable.
Lo que sí pienso es
que la realidad está subordinada a la imaginación, porque para crear nuevas
realidades es necesario haberlas pensado antes y, por consiguiente, imaginado.
La diatriba llega
cuando hay que separar la realidad innata del día a día, de la realidad que nosotros
nos imaginamos para que ciertas partes de nuestra vida sean más llevaderas, que
es el caso que nos ocupa en Big Fish.
Como decía líneas
atrás, el límite está impuesto por la propia persona, por lo que alguien poco
imaginativo no se saldrá de las líneas de: nacer, crecer, reproducirse y
morirse, y sería la típica persona que contaría un chiste de la misma forma que
se lo han contado a él, sin añadirle su toque personal.
En cambio, una
persona a la que le guste imaginar, crear a partir de la realidad, podrá
disfrutar de más aspectos de la vida cotidiana y ser capaz de engrandecer
cualquier historia que le cuenten.
En Big Fish tenemos
los dos casos, el padre sería el hombre que deseaba poder vivir en su fantasía
y, el hijo, el que ponía todo su empeño en no salirse de las líneas marcadas de
su destino. Al final veremos como el hijo entiende que de vez en cuando es
bueno evadirse para que la vida sea más llevadera, para que no parezca tan
cruel.
La diferencia de
entre estos dos factores es voluble, porque para unos algo real puede ser
ficicio, y para otros algo ficticio puede ser real. Por ejemplo: una mujer
puede pensar que es mera ficción que su marido la engañe por el simple motivo
de evitar la discusión, la separación etc, el caso contrario es más quijotesco,
ya que normalmente quién cree real algo que es puramente ficción es tachado de
loco.
Pero, en cuanto a la
separación real entre estos términos, sólo el que ha inventado la historia, o
quién participó de ella, puede realmente discernir que es real y que no,
aunque, conforme vaya pasando el tiempo, para esa misma persona saber
diferenciar lo uno de lo otro será cada vez más difícil.
Por tanto, en mi
opinión, no hay que establecer un límite entre lo real y lo irreal, si no saber
sacar el máximo partido a estas dos realidades tan reales y a la vez tan
distintas que nos acompañan día a día.
"La imaginación tiene sobre nosotros mucho
más imperio que la realidad."
-Jean de la Fontaine-
realidad y ficción deben retroalimentarse, creo: la una sin la otra, también en las obras de creación, o resultan ramplonas o insostenibles.
ResponderEliminarsaludos blogueros
Gracias por tu aporte José
ResponderEliminarla inspiracion tambien debe venir de la lectura...
ResponderEliminarrecomendacion, aldous huxley "las puertas de la percepcion", lo que sabemos que es lo mismo, pero en ciertas circunstancias no lo es, por el contexto, por la relacion, por la necesidad. no ace falta meterse en un sueño para redescubrir, recrear, reinventar,...
claro claro, pero yo el ejercicio que tenía que hacer era relacionado más con el cine. Aún así, gracias por tu valioso aporte.
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