Era un brillante día de invierno. Los copos caían melodiosamente sobre la ciudad, y el pequeño lago del parque estaba congelado desde hacía días. Lucía, aprovechando la ocasión que rara vez se le brindaba, se enfundó sus patines y cruzó el pinar, para la ocasión vestido de un largo traje de gala blanco, cuando llegó al lago, este se encontraba solo, sin más companía que las ardillas que recolectaban los frutos secos caídos y los pájaros buscando el cobijo del follaje de los majestuosos árboles.
Comenzó a patinar sutilmente, sin aventurarse a hacer ninguna cabriola, pues hacía dos años que e lago no se helaba y había perdido práctica.
Pasaron las horas, y de pronto, entre la pequeña ventisca que azotaba la zona, apareció Alexander. le sorprendió bastate verlo por allí, ya que vivía en la ota punta de la ciudad, pero aún asi, se acercó hasta él. por el camino fue meditando sobre su relación. Sabía que siempre la había querido, pero ella, por unas razones u otras, no acababa por verle como "su chico ideal". Tras una breve conversación, el le explicó que le gustaba el paisaje del parque cuando estaba nevado, ya que era cuando menos gent había y asi podia escuchar a la perfección todos los sonidos de la naturaleza.
Lucía volvio a trazar bonitos trazos sobre el hielo con sus patines, y se dirigió al centro del lago... aun a sabiendas de que era donde la capa de hielo era más débil, pero un nose que en su cuerpo le incitaba a llamar la atención de aquel chico. En uno de sus saltos, al caer, piso con tanta fuerza que el hielo se quebró y calló al gélido agua.
Alexander, arrodillado y echado contra un tocón, vio como su querida Lucía se zambullía en el agua, y de pronto se hizo de noche para el. Corrió hacia el agujero por donde se había caído Lucía, y, sin pensarlo dos veces, se zambulló en el agua, con la precaución de dejar los pie fuera, agarrandose al hielo.
Sus ojos se conviertieron en piedra, y sus músculos enacero, pero consiguió agarrar a Lucía por la capucha de su cazadora, tiró de ella y la saco de aquel bello inferno.
Cuando recobró el aliento, descubrió que ella no reacionaba, el cambio de temperatura había sido demasiado brusco para ella... y, recurriendo a sus cursos como sherpa, le hizo el boca a boca a Lucía duante medio minuto... sin éxito.
Pero de repente, las nuves se abrieron, los copos dejaron de caer, y un rayo de sol impacó en el pecho de Lucía, la cual revivió.
Lo primero que vieron sus preiosos ojos del color de la miel, fue la imagen de Alexander envelto en la luz, y entonces supo que desde siempre su ángel había estado delante suyo... pero nunca había querido verlo. Y, con lágrimas en los ojos, le dio un beso tan grande, que por poco ambos se quedaron sin aliento...
Los copos volvieron a caer...
Feliz Navidad
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